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Comenzó el 2015

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Me ha costado mucho decidirme a escribir esta entrada. Del 2013 salí de panzazo, como dirían los patojos: por poco y no sobrevivo.  2014 no fue fácil. No fue fácil por las ausencias. Fui soltando a personas que amaba. Y tuve que seguir el camino sin ellos.  Tuve que recoger mis lástimas, juntarlas y cargarlas con una sonrisa.  Durante el 2014 me recuperé en alguna medida. Fue necesario poner atención al cuerpo. Ya no se valía seguir hacia adelante por inercia e ignorar el dolor; la sangre y el agua que emanaban de él; su incapacidad para sobreponerse. Tenía que parar, por lo menos unos días, o buscar ayuda médica. Lo cierto es que aquí estoy. Sobreviví, de nuevo.  Ha llegado el 2015 y quiero creer que será el año del segundo milagro: cuando la enfermedad entrará en recesión de nuevo y para siempre.  Lo mejor del 2014 fue que aprendí mucho de la gente que me rodeó. Muchas personas aportaron a mi vida perspectivas inéditas, cambiaron mi forma de vivir y sentir. Eso es invaluable.