VEN

Ven, no tengamos miedo. Lo único que podríamos perder es a nosotros mismos y eso no es grave. Ven, guíame a través de la audacia; rompamos la clara advertencia que él sembró como profecía ante mis ojos asombrados: "No te vayas a dejar sodomizar por él". 


¿Tienes miedo a morir? Con mayor razón, apresurémonos, porque yo tampoco duraré mucho. Fundamos tus deseos de diez años con mi espera, mi amargura y cinismo y saldrá, seguramente, la pasión más original que hayamos visto resplandecer en la oscuridad. 


Deja de mirarme y hazlo, ya, que aún nos quedan estas gotas que llamamos tiempo. Yo no preguntaré de qué brazos vienes ni a cuáles irás luego de mí, tú no preguntarás cómo cumplo mis obligaciones cotidianas. Ven y desvive toda la ternura de tus ojos en el temblor de tus manos al desabrochar mi blusa. Te juro que puedo ahogar la culpabilidad y la vergüenza en el hondo deseo que tu piel desconocida me provoca y en la seguridad de que esta es la lógica conclusión de los diez años de incondicional amistad que te he profesado. 


Ven, hagamos lo que tanto añoraste. Déjame recorrerte del único modo que sé y déjame descubrir la otra parte del hechizo que a todas subyuga. Pasaré a unirme al grupo que te adora y te es singularmente fiel, mas permíteme ser de las que no te perseguirá, ni te llamará por teléfono a deshoras, ni de las que van a tu casa buscando la privacidad del lecho. Tú ya sabes cómo soy, y eso no cambiará. Pocas son mis urgencias, luego de tanto dolor y decepción. Tienes la garantía: jamás querré poseerte y menos, en exclusiva. Ven, pero también ve y haz lo que quieras, yo espero que mi espacio estará siempre intacto en tu corazón y eso me basta. Mucho he tenido que pasar para llegar a esto. Y lo que queda aún (mi sinceridad y ternura) pueden llenarte, pero de manera diferente. 


Evoca para mí la pasión, la ilusión y ese despeñarse con los ojos cerrados y una media sonrisa ciega por un abismo blando hacia un infinito placentero. Ya no tengo miedo. Ya no tengo miedo y tú estás preparado. Ven, qué más podemos esperar. 


Tomado de: Crónicas lunares, Tres palabras (inédito). 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta desde el encierro

Ellas son tus hermanas

Una ventana para una jacaranda