A propósito de la cuarentena... Querida: Mi vida diaria ya era muy parecida a esta cuarentena impuesta. Así que este encierro decretado desde fuera es una práctica cotidiana de muy altos vuelos en mi existencia. En el encierro descubrí momentos esenciales, por ejemplo, que las horas más largas están entre las 2 y 5 de la mañana y que es difícil calcular cuántos trastes puedes lavar en ese infinito tiempo; que los pájaros cantan a las 4 de la mañana y sus melodías parecen un mapa que te guía por un laberinto fuera de tus pensamientos que tal vez culmine su trayectoria con la luz del amanecer; que en la oscuridad, el pecho puede respirar con unas extrañas flautas cuyos pitillos disonantes forman una música difícil de acompasar con el latido del corazón. Que el amanecer disipa las nubes de tormentas y que las horas de sueño entre las 4 y las 8 de la mañana son tan profundas y reparadoras como las que pudiste haber tenido, con mejor fortuna, en un horario normal. Que la
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